viernes, 18 de junio de 2010

Luchar la batalla - Parte I

Una vez que hemos aceptado a Cristo como nuestro único salvador y redentor de nuestros pecados, una vez que hemos reconocido que Jesús es el hijo del Dios viviente, hay victoria, hemos nacido de nuevo con todas las implicaciones que esto con lleva, es decir, nacimos para ganar.
Es cierto que nuestro mundo actualmente está lleno de tentaciones, ser tentado no es malo, pero caer sí lo es, por eso, es que en esta ocasión quiero llamarte a que seas un “imitador de Dios”, que andes en amor, “como también Cristo nos amó, y se entregó así mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:2). Quiero llamarte a que “El que camina en integridad anda confiado; mas el que pervierte sus caminos será quebrantado” (Prov. 10:9).
Ahora bien, ¿cómo ser un imitador de Dios? ¿Cómo andar en integridad? Una vez que hemos aceptado a Cristo, hemos recibido nuestra propia armadura, una armadura que nos llevará y conducirá a ser un imitador de Dios y a caminar en integridad, antes de verla y analizarla, conviene saber, quién es nuestro enemigo.
Hoy en día prevenimos a nuestros amigos, familiares, conocidos, etc. de peligros como la deshonestidad, el robo, las necedades, de personas que sean mala influencia, de la idolatría, la avaricia, la pornografía, el uso de drogas (alcohol, tabaquismo, entre otras), entre muchas cosas más. ¿Sabes algo? Tú no tienes pelea contra estas cosas, ni contra otras más:

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. (Efesios 6:12)

Satanás es muy astuto y él quiere que creamos que nuestra lucha es contra el cigarro, contra el alcohol, contra las tentaciones sexuales; si pensamos que esas son nuestras batallas, nunca vamos a ganar. Yo me rio constantemente de las personas, que sin Dios, luchan contra el tabaco, contra el alcohol, contra el robo o contra cualquier otra cosa y me rio porque nunca pueden ganar esas luchas, porque son constantes en ellos frases como “De verás, el último cigarrito” o “Sólo un copita”. Y ese cigarrito acaba por convertirse en la cajetilla entera o en seis u ocho copas más.
¡No! Nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra Satanás y sus ejércitos. Satanás es un espíritu, él no es un objeto: “[…] contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). Satanás también trabaja metódicamente, él se encargará de planear que seamos parte de él, así tarde él diez o quince años en que eso suceda: “Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo” (Efesios 6:11) ¿Lo ves? El diablo hace “asechanzas”, él se esmerará todo lo posible por idear planes que nos lleven a caer y a alegarnos de Dios.
Es importante reamrcar esto, que no lucharás contra objetos o contra concepciones, sino contra huestes espirituales, contra potestades y principados de maldad, siendo de esta manera sabrás cómo es tu enemigo y de qué se vale para intentar hacerte daño, por ahora quedará concluido esta porción de “Luchar la batalla”, no obstante, se verá detenidamente en las siguientes partes cuál es la armadura del guerrero cristiano, cómo es su ataque y quiénes son sus aliados.

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