jueves, 23 de septiembre de 2010

Sólo pocos entraran en el reino de los cielos

jueves, 16 de septiembre de 2010

Un trabajo para Dios... Por David Roper

En el libro de Salmo 23: El cántico de un corazón ardiente de David Roper, el autor hace el siguiente comentario en torno a el Salmo 23:3: "Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre". En esta semana estuve leyendo está porción del libro de Roper y me pareció agradable compartirlo con ustedes (La ficha bibliográfica está en la parte inferior de esta publicación):

La bondad es un trabajo para Dios. Debemos dejar de meternos en sus asuntos y más bien pedirle que sea él quien lleve a cabo nuestro cambio: a los que están “lejos de justicia” Dios dice: “Haré que se acerque mi justicia” (Is. 56:12-13).

Ser piadoso requiere disciplina, pero esa disciplina nunca debe entenderse como una técnica rigurosa. Seguir a Cristo requiere esfuerzo, pero se trata de un esfuerzo para mantenerse cerca de Él y escuchar su voz. Se necesita un esfuerzo serio para enfocarnos en Él y ser sensibles a sus deseos.

Al acercarnos a Él por medio de andar con Él, hablar con Él, escuchar sus palabras, confiar en Él y pedir su ayuda, su carácter empieza a transmitirse a nosotros. De manera callada y sin instrucciones su influencia ablanda nuestras voluntades dándonos sed de justicia, inclinándonos a hacer lo que le agrada, restringiendo nuestras pasiones, librándonos del mal, avergonzándonos de todo lo malo y dándonos el coraje para tomar la decisión de hacer lo bueno. En su amor callado Él toma todo lo indigno que hay en nosotros y de manera gradual lo convierte en algo valioso para Él.

El cambio no es algo pasivo; debemos aborrecer el mal y amar la justicia. Amara la justicia es tener al voluntad de que crezca. Es una cuestión de inclinación y deseo. Lo que importa no es qué seamos, sino qué queremos ser. ¿Queremos justicia? ¿Queremos hacer mejor las cosas? “Cuando la pelea empieza en él mismo es porque un hombre tiene valor y dignidad”, dijo Robert Browning.

[…]

No podemos librarnos de nuestros pecados, “pero sí podemos disponernos a alejarlos de una vez por todas de nuestra vida. Podemos altercar con ellos y proceder a expulsarlos. El Señor viene en camino para hacer su parte en el desarraigo definitivo de esos pecados” (George MacDonald). Dios es la única fuente de cambio duradero. Toda conformidad a la bondad que alcancemos es el fruto de su intervención gloriosa.

Roper, David. (2001). Salmo 23: El cántico de un corazón ardiente. USA: Editorial Portavoz

sábado, 4 de septiembre de 2010

Video: El arrebatamiento (The rapture)

Velad, pues, porque no sabéis a qué hora ha de venir vuestro Señor. Mateo 24:42

miércoles, 1 de septiembre de 2010

El Conocerle es Todo

Por: Guillermo Sosa

Y ciertamente, aun estimó todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo. Fil. 3:8

No basta con sólo tener conocimiento de quién es Dios, debemos conocerlo no por conocimiento, sino por haber tenido un encuentro con Él. Moisés tuvo un encuentro con Dios y le indicó cómo salvar al pueblo de Dios de la esclavitud. Jacob también tuvo un encuentro y cambió el destino de su vida. Cuando tenemos un encuentro con Jesús, nuestra vida cambia, nuestro pensar, nuestro vivir, nuestro andar; pudiera inclusive cambiar hasta la historia de nuestra generación o la de nuestro País. ¡Cómo necesitamos en nuestra generación un encuentro con Dios!

Cuando tenemos un encuentro con Dios, nos damos cuenta de la gran necesidad que tenemos de Él. Cuando nos encontramos con Dios no quieres que termine y lo único que queremos haces, es anhelar más y más de Él. No nos desanimemos, sino que sigamos adelante hasta encontrarnos con Él.

Fuente:
Sosa, Guillermo. Jesús Adrian Romero. Alberto Motessi, et al. Intimidad devocional. México: Visión Juvenil