miércoles, 10 de noviembre de 2010

Un extraño sin rumbo

¿Alguna vez nos hemos nos hemos detenido para preguntar por una dirección? ¿Hemos estado rodeados de personas que nos han hecho sentir que no pertenecemos a ellas? ¿Es usted de las personas que se sienten incómodas si con algún desconocido tiene que compartir el elevador? Si es así, mi amiga, mi amigo, usted ha tenido la sensación de ser un extraño. Recuerde alguna vez que se haya sentido así, seguramente tuvo vergüenza, temor o angustia. Hay muchos lugares donde incluso podemos sentir en agonía.

Recuerdo que la primera vez que estuve en el extranjero una de las cosas que sentí gratificante fue el haber conocido a una persona cristiana. (Mike, del que ya he hablado con anterioridad). Me sentí como en casa al encontrarme con un misionero cristiano.

Dios nos recuerda que lejos de él nada podemos hacer. Sin duda, al pisar una tierra extraña y sin la ayuda de Dios nos perderemos inevitablemente, cualquier rumbo que tomemos siempre estará mal, otro peores y otros será mejor nunca haberlos tomado, de cualquier forma, cualquier elección donde antes no hay un refugio con Dios, es una elección que no triunfará. ¿Ora usted cada mañana al entrar a su trabajo? ¿Ora usted por sus hijos cuando cada día los lleva a la escuela? ¿Ora usted antes de salir a divertirse con sus amigos? ¿Ora usted diariamente para que Dios lo guíe por el camino que a Él le agrede y no a usted? Si usted no lo hace, mi amigo, mi amiga, usted está caminando en círculos.

La palabra de Dios nos recuerda esto: “Oh alma mía, dijiste a Jehová: Tú eres mi Señor; no hay para mi bien fuera de ti” (Salmo 16:2). Léalo otra vez. Si usted está apartado de Dios, prepárese para pasar unos malos ratos, por otra parte, no le prometo que si usted camina de la mano con Jesús tendrá una vida llena de placeres, en realidad si usted está con Dios las situaciones diarias tendrán otro sabor, quizá habrá ocasiones en que nos volvamos a sentir mal, pero esta vez sabremos que Dios traerá nuestra restauración y consolación. Confíe en Dios y permita que Él ajuste y perfeccione los propósitos que tiene para usted.

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