José, vivía en Canaán con su padre Jacob y sus hermanos, era el menor de ellos, pero Jacob amaba mas a José en gran manera, porque lo había tenido en su vejez, y sus hermanos lo odiaban por eso. Y una vez José tuvo un sueño, y se los conto a todos sus hermanos, este simbolizaba que sus hermanos algún día se postrarían a él, ellos lo odiaron aun mas. Entonces conspiraron para matarle, pero en vez de derramar su sangre y ponerle mano a José, lo vendieron como esclavo a los egipcios, y le dijeron a Jacob, su padre, que una bestia lo había devorado.
José estuvo como esclavo en Egipto. El oficial de Faraón, llamado Potifar, vio que era muy inteligente y trabajador, lo llevo a trabajar a su casa donde lo trataban muy bien, pero aconteció después que la mujer de Potifar, puso los ojos en José, se le acercaba y le decía: “duerme conmigo”, pero José no quería. Y una vez que la mujer de Potifar volvió a decir esto, le arranco su ropa, pero José se fue corriendo y dejo su ropa en manos de la mujer. La mujer dijo a Potifar que ese esclavo que había traído se quería burlar de la casa diciéndole que durmiera con ella. Potifar, sabiendo estas palabras, se encendió su furor y metió a José en una cárcel donde estaban los presos del Rey.
Paso después que el copero y el panadero delinquieron contra el rey de Egipto y pararon en la misma cárcel donde estaba José. Los dos la misma noche tuvieron un sueño y dijeron que no había nadie quien lo podía interpretar, sin embargo, José les dijo: “¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.” (Génesis 40:8b). José lo interpretó, al tercer día, el panadero fue colgado, y el copero se le devolvió su oficio, todo como lo había interpretado José. Cuando el copero salió de la cárcel, José le dijo que se acordara de él, que le dijera al Faraón lo que había pasado. Pero el copero no se acordó de él, y pasaron dos años. Cierto día el Faraón tuvo un sueño, que nadie podía interpretar, y el copero se acordó entonces de José, le comento al Faraón de José y de lo que había pasado. Entonces mandaron llamar a José, el Faraón le conto su sueño y José lo interpretó de la siguiente manera: llegarían siete años de gran abundancia, pero después habrían siete años de grandes sequias.
El Faraón colocó a José como gobernador, y se hizo lo que José planeo, para que el pueblo de Egipto no muriera de hambre.
Se cumplió el sueño y después de siete años de abundancia, las tierras tuvieron hambre. Todos los demás pueblos iban a Egipto por comida, porque José había ordenado que se guardase comida para los tiempos de hambre. También estaba el hambre en Canaán, y Jacob mando a sus hijos a Egipto por comida, cuando fueron, José los vio y no lo podía creer, les dio trigo a sus hermanos y los invito a cenar, estando ahí el no se pudo contener y se dio a conocer ante sus hermanos, les dijo: “Soy José ¿vive aun mi padre?”. Sus hermanos no podían contestarles porque estaban turbados delante de él. Entonces dijo José a sus hermanos:
Acercaos ahora a mí. Y ellos se acercaron. Y él dijo: yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto. Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros. […] Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaos posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ah puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador por toda la tierra de Egipto. Daos prisa, id a mi padre y decidle: así dice tu hijo José: Dios me ah puesto por señor de todo Egipto; ven a mí, no te detengas. (Génesis 45:4-5, 7-9)
Con base en esta historia me gustaría compartirles estos dos puntos muy importantes:
Debemos de tener muy en cuenta esto, tal vez pasen cosas desagradables, muchas cosas que intentaran quebrarnos, cosas horribles que trataran de hacernos rebeldes ante nuestro Dios, tal vez accidentes, muertes, separaciones, enfermedades, tantas cosas inimaginables que jamás nos imaginábamos que podrían pasarnos creyendo en Dios, y que a cualquiera lo podría poner en la cuerda floja de la fe en Cristo.
Pero esto es muy importante, que no se nos olvide, que Dios siempre nos amará y nunca nos pondrá cargas que no podamos soportar. Si estas cosas pasan, tengan muchísima fe y confianza que es por un maravilloso y gigantesco propósito que Dios tiene para nuestras vidas. Perseveremos hasta el fin, y triunfaremos con nuestro Dios.
Así como dice Génesis 45:7-8, “Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaos posteridad sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador por toda la tierra de Egipto.”
Porque, ¿Cómo José esperaría ser vendido por sus propios hermanos? ¿Cómo esperaría que llegaría a ser encarcelado injustamente? ¿Cómo sabría José estando afligido que todo esto era para un gran propósito? Así debemos de caminar, confiando ciegamente en el Señor, solamente tener fe y confiar, dejar que Cristo nos guie.
Porque cuando uno se convierte en cristiano, y Cristo entra a nuestro corazón, también nuestro adversario el diablo anda vigilante de lejos, anda como león rugiente buscando a quien devorar (1 Pedro 5:8), y el maligno intentara apartarte de Dios, y llegarán personas, llegarán palabras, pensamientos, burlas y muchas otras cosas que intentarán apagar ese fuego, ese amor que hay en ti. Todo lo que nos afecte debemos olvidar y perdonar, todos los días de nuestras vidas y cuando nos sintamos necesitados y con duda, hay buscar a Cristo nuestro Dios en oración:
Porque la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardara vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).